La relevancia del trabajo en la vida cotidiana, que aumenta con la
creciente competitividad del mercado laboral, se extiende también a la socialización en las redes sociales. Es decir, la
necesidad de disponer de una marca personal o de una identidad digital presentable en entornos
laborales, desincentiva la producción y mantenimiento de identidades ficticias. Incorporamos así la dimensión laboral a la social, y establecemos una
relación entre ambas y la socialización tecnológica. La gratificación económica y la afectiva se vinculan
en las nuevas formas de comunicación en redes sociales, contribuyendo a la conversión de la
creatividad individual en objeto de consumo y distinción, y proveyendo de
herramientas más complejas a esta gestión finalista e individualizada del yo.
En línea con esta vinculación de los usos sociales de la tecnología observamos una dinámica general de mercantilización-capitalización de la vida social en
redes 2.0, que se trasluce de varias tendencias asociadas a la evolución de la comunicación en
redes sociales. Apuntamos cuatro:
1) El crecimiento del número de contactos: la acumulación de
contactos como capital social es una práctica ya descrita del efecto del desarrollo de nuevas formas de
comunicación interpersonal.
2) La promoción de uno mismo. Si los amigos son un
recurso, la imagen proyectada de uno mismo es un activo, relacional y productivo, que condiciona tanto las posibilidades
de establecer relaciones personales, como las posibilidades de posicionamiento en el mercado productivo.
La persona se vuelve marca.
3) La mezcla de contactos laborales y personales es consecuencia de
la importancia y el interés creciente de las redes sociales en el mercado. Esto diluye la expansión de la personalidad
privada/propia en redes sociales, en beneficio de una identidad presentable comercialmente. Las
expresiones de la identidad se moderan, y en consecuencia la identidad de mercado se come a la identidad
privada/personal.
4) Las relaciones
toman un carácter más finalista a través de la doble
dilución de la identidad privada por los conceptos de los amigos como recurso y la imagen proyectada
como activo presentable.
En el siglo que vivimos la socialización depende de la capitalización de las relaciones que supone una
ampliación sin límites de los contactos. El resultado de esta dilución de
referentes grupales produce una individualización más profunda de los valores
personales, ya que se depende de la imagen proyectada, que es un activo personal,
más que de la pertenencia a grupos de referencia. Además, la posibilidad del individuo de emitir comunicación social, de ser
alguien a quien seguir, convierte a los contactos, amigos y seguidores en espectadores de su propia
performance, que se desarrolla en función de intereses de atracción personal (gratificación
afectiva) y/o de intereses económicos puros, en el sentido de que el número de contactos o seguidores se
pueden rentabilizar por medio de la promoción de productos, marcas, etc.
La forma en que se interacciona en los espacios virtuales, afecta a la
identidad social y personal (la auto-imagen) de la persona modificando sus comportamientos y actitudes también
en la interacción física. La marca personal se presenta en algunos entornos del marketing como una reconceptualización del individuo y de su proyección en la vida social en general. Sin embargo, la
marca personal acaba donde empieza la intimidad relacional que normalmente se
asocia con el contacto físico y el vínculo personal por encima de los condicionantes sociales. La autenticidad forma parte del valor de la
marca personal, siempre que se exprese dentro de los límites de la imagen aceptable en un marco
social cada vez más amplio, representado por el mundo laboral y el virtual.
Otra cuestión son las relaciones que se establecen en el espacio virtual.
Personas que no tienen un contacto directo pueden desarrollar una relación por intermedio de sus
identidades digitales a lo largo de diferentes plataformas de comunicación. La única referencia mutua que
tienen son las marcas personales que dejan a través de su actuación en la red por medio de
blogs, twitter, facebook, linkedin, etc. La naturaleza de la relación es puramente cibernética y puede tener un
carácter personal o laboral, siempre mediado por la idealización que representa la marca personal.
Hoy en día esta identidad digital está tomando importancia, ya que son estudiadas por los departamentos de RRHH de muchas empresas, sobre todo multinacionales. Las motivaciones, comportamientos e ideas, además de los hobys e intereses, creatividad, innovación, visión de futuro, pasiones y afinidades suponen una fuente de información muy valiosa. Las empresas conocen que la marca personal es la auto-imagen que el candidato aporta a través de las redes sociales a la sociedad y por ello saben que es imposible falsificarlas siempre y en todo momento.
Crea tu marca personal, aliméntala de tus inquietudes, pasiones y destrezas; cuídala de manera global (lo mismo en facebook que en linkedin); estudia otras a las que imitar, la sociedad tiene referentes en valores y comportamientos que quiere reproducir y destacar. Adelante y crea valor para los demás y para ti mismo.
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