"Embriagado de poder, el espectador se convierte simultáneamente en esclavo de su voluntad, en el rehén de su propio poder discrecional. Encerrado en su demanda, librado a la satisfacción inmediata de sus deseos o de sus impaciencias, preso de lo instantáneo, el hombre del control remoto no está condenado a ser libre, está condenado a sí mismo por su fatal libertad. Nada está prohibido para él, salvo quizá quedar él mismo inhibido o desconcertado. Y esta condena se agrava: al poder de hacer zapping y de interrumpir agrego ahora el de navegar, cliquear e intervenir (...)
Internet es el peligro que corre la libertad cuando se pueden conservar las huellas de todo, pero también constituye el peligro que se hace correr a los demás y a uno mismo cuando se goza de una libertad sin límites. Sugerí la noción de libertad fatal, porque nadie desea resistirse a la libertad. En todo esto, hay algo deseado por nosotros. Todos pasamos por la experiencia del control-remoto y de los peligros de esa facilidad: pienso que hacer zapping y cliquear es lo mismo. (...) Nos presentan Internet como un magnífico instrumento de información y de comunicación, pero ¿para qué tanta información?, ¿para qué tanta comunicación? ¿Y el espacio para lo demás, para todo lo que no concierne a la información ni a la comunicación? ¿Qué lugar se le asigna a la contemplación? ¿Qué lugar a la admiración? ¿Qué lugar a la rumia? ¿Qué lugar a la soledad? (...)
¿No hay una especificidad de las tecnologías de la información? A diferencia de otras innovaciones, éstas no producen, por así decir, “efectos secundarios” nocivos sobre el individuo o sobre la colectividad.
Michel Serres, por ejemplo, celebra con los multimedia el feliz derrocamiento de Prometeo por Hermes. Pasaríamos de la Metalurgia a las mensajerías, y del mundo de la transformación de las cosas al de la información generalizada. Y, añade Michel Serres, Hermes no es tóxico, no daña la Tierra. Pero este angelismo no es muy sólido. Tomemos el ejemplo de las biotecnologías: he aquí que los fenómenos naturales son interpretados en términos de información y que llegamos a ser capaces de identificar y de recombinar el alfabeto genético a nuestra disposición. Una nueva matriz operatoria se instaura. En la era de la información, la esfera de lo no manipulable no cesa de reducirse. De ahí la pregunta: ¿hasta dónde? La idea de progreso nos abandona. El ideal de perfectibilidad, es decir, de superación continua, es sustituido por la creciente necesidad de fijar límites. Y los multimedia no nos facilitarán la tarea. Internet favorece la constitución y el pleno desarrollo de un individuo instantáneo, que sólo concibe la realidad como maleabilidad. Será particularmente difícil hacer que este niño mimado se convierta al pensamiento de los límites o al sentido de la medida. La excepción exigida para Internet como tecnología no “contaminante” no tiene, pues, razón de ser. Por lo demás, ¿qué se hace en la Red sino comprar por encargo? Y aquello que se ha encargado: ¿acaso no hay que producirlo y enviarlo? Hermes no es el sucesor de Prometeo sino su transformación".
Véase: http://bit.ly/1D8IvAJ