Filosóficamente, teóricamente y empíricamente este método de investigación ofrece una alternativa convincente a las perspectivas de auto e interacción, hoy en ascenso, y a los defensores reconocidos en la sociología: selecciones racionales, neo-kantianas, estructuralistas y fundamentadas en variables. Enfoques nuevos y emocionantes dentro de los análisis cuturales, socio-estructurales y socio-psicológicos ya ejemplifican este amplio potencial; de hecho, los esfuerzos actuales por reconstruir los principales conceptos teóricos así lo demuestren. Además, los pensadores sociales provenientes de una amplia variedad de formaciones disciplinarias, tradiciones nacionales y puntos de vista analíticos y empíricos están rápidamente convergiendo en este marco de referencia, a menudo sin siquiera captar su significado total. Un conjunto de supuestos --que algunos podrían denominar un paradigma- que inicialmente se refería a la expresión sistemática en la teoría sociológica, al igual que en otros campos como la ftsica, a comienzos del siglo veinte (por supuesto, sus antecedentes se remontan a mucho antes); finalmente ahora, a finales de este siglo, estos supuestos comienzan a recibir la atención general que tanto se merecen. A pesar de la atención que se le presta a tantos otros debates, dualismos y oposiciones en sociología, la elección entre los modos de investigación sustancialista y relacional, una escogencia entre supuestos básicos con respecto a la naturaleza misma de la realidad social, rápidamente se está convirtiendo en la línea divisoria más importante y trascendentales en la investigación sociológica.
Hay muchos retos para el futuro; en la sección anterior se discutieron únicamente unos de los más significativos. Los teóricos e investigadores relacionales ahora deben enfocarse en varias tareas. Una de ellas es explorar aún más agresivamente los niveles analíticos de la cultura y las emociones colectivas, importando hacia estas áreas muchos conceptos y técnicas de investigación ya elaboradas por los analistas de redes, pero también explotando por ejemplo, los nuevos y apasionantes enfoques desarrollados por los investigadores de sociolingüística y socio-psicología. (Los analistas se han estado moviendo hacia el campo de la cultura en números cada vez mayores; sin embargo, hasta ahora el estudio de los flujos emocionales transpersonales -la dimensión socio-psicológica- ha permanecido muy subdesarrollado.) segundo y de forma relacionada, los investigadores transaccionales deben esforzarse decididamente para mantener una consistencia teórica en todos los niveles de análisis, no solamente en sus explicaciones más específicas según el caso, sino también y especialmente, en sus esfuerzos generales que buscan la construcción de una teoría. Frecuentemente la cautela de los pensadores dentro del ámbito social con respecto a la teorización exhaustiva (¿un residuo sin vigencia de batallas previas contra el legado Parsoniano?) induce una aceptación demasiado difícil de modelos híbridos (por ejemplo, yuxtaposiciones del enfoque del actor racional y el enfoque de análisis de redes). La riqueza y amplitud de las formas relacionales de pensamiento nos permiten evitar este razonamiento ad hoc y desarrollar explicaciones causales en forma más deliberada dentro de un marco de referencia unificado. Finalmente, los pensadores transaccionales deben comenzar a sistematizar algunas de las formas alternas en las cuales los asuntos y problemas centrales se han tematizado desde su propia tradición. los debates internos se elevarán a un plano mucho más elevado -y facilitaran la construcción de teorías después que los analistas comiencen a ver diferencias, por ejemplo, entre Bourdieu y Foucault sobre "poder", entre Tilly y Somers sobre "cultura" o entre Dewey y White sobre "inteligencia", como formas alternativas de proceder desde las mismas premisas filosóficas relacionadas con los procesos-en-relaciones. Únicamente entonces los sociólogos transaccionales podrán captar plenamente las posibilidades y opciones que los confrontan; solo entonces lograrán (y en forma más general la disciplina sociológica) finalmente la claridad teórica y la reflexividad que desde mucho tiempo atrás habrían podido lograr.